Editorial
22 de Agosto de 2020

LA DESEADA POSVERDAD

LA DESEADA POSVERDAD

(POR WALTER DITRICH.- walterditrich@hotmail).-  “Vivimos bajo el imperio de la noticia deseada. Aquella en la que la opinión pública quiere creer” escribió Miguel Wiñazki, al instalar ese concepto que desnudó cómo la verdad fue perdiendo por goleada en el negocio del periodismo. Según Wiñazki,  “el montaje de la noticia no es un proceso gestado solo por los medios que la emiten, sino también por las audiencias que la desean”.

Osea, esas  tribus masivas eligen en qué creer por más que los periodistas, cual espadachines de la verdad, luchen denodadamente ante sus percepciones subjetivas. Según esta idea,  si la gente elige creer que Yabrán está vivo lo creará, aunque Facundo Pastor siga diciendo que vio el cadáver. O la “noticia deseada” será que Cristian lo mató a Nissman ,  aunque una pericia demostrara lo contrario.

Quizás Wiñazki padre no lo reconozca, pero termina sucediendo que el mercantilismo de los grandes medios masivos abona esas noticias deseadas por convencimiento ideológico o interés comercial . En definitiva, da más rating, decir lo que la gente quiere escuchar.

Tanto, que los grandes medios ya no le hablan “a la gente”. Sino que cada cual se dirige a “su gente”. Vomitando noticias deseadas para el pequeño nicho de audiencia que nada feliz en las aguas de la posverdad.  Zona de confort, donde  nadie osa perturbar su acabada cosmovisión ideológica.

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Si fuera cierto que las gentes prefieren noticias deseadas a verdades incontrastables - suponiendo que existieran-  los mass media  sacian ese apetito vendiendo dosis de posverdad para mantener a cada tribu de su lado de la grieta.

La posverdad “o mentira emotiva” es un neologismo que describe la distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales. Es decir, no me importa que sea verdad, sino que me haga sentir bien. “Mientras yo lo crea y no me cuestione mi forma de ver el mundo, me sirve, aunque pueda no ser verdad”, sería una forma de sintetizarlo. “Mentime que me gusta”, diría mi abuela para evidenciar lo que nos hace sentir bien, aunque no tenga que ver con la realidad objetiva. Algo que por otro lado, no existe por sí misma, sino que obedece a una construcción social en plena disputa de poder.

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 “Al no haber una verdad absoluta, el sujeto tiene la posibilidad de armar su propia verdad. Partiendo ya de una idea que quiere demostrar, siempre va a encontrar el modo de hacer encajar en la realidad lo que él supone, o necesita demostrar” nos dice Darío Sztajnszrajber.

Ante lo cual, en las redes o frente a mirando su  canal favorito, la mayoría de las gentes viven en una burbuja informativa.  Aunque parezca lo contrario, en el mundo globalizado e hiper comunicado, la ventana para mirar es muy chiquita. Como el caballo con anteojeras:  cree que ve, pero sólo donde le dejan mirar. “Esta "burbuja" informativa  lleva a interactuar solo con gente que piensa como nosotros. A dialogar con nosotros mismos . Monologar sin entrar en debate con nuestras matrices más profundas.  

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Leuco aparece con un muñeco de Cristina Fernández  con traje a rayas. Sus televidentes identifican allí la causa de todos nuestros males.

Un par de canales más allá, Silvestre abre el programa diciendo « vamos a combatir la infodemia frente al periodismo de guerra que defiende a Macri ». Sus televidentes hallan allí la causa de todos los males.

Apago la tele. Entro en Facebook. Alguien postea la imagen de un terreno amplísimo, con un montón de casuchitas de chapa y maderas ocupando parcelas. “Tanto años trabajando para tener mi terreno y estos vagos ocupando terrenos. Ahí tienen a los K!!!.. genios del voto!!!”, vomita la publicación.

No tiene pinta de ser Gran Buenos Aires. Busco la ruta de la imagen. La foto, en realidad, ilustraba una nota sobre una toma de viviendas acompañada por Nelson Mandela en Sudàfrica en los noventa.

Pienso en aclararlo. . No lo hago. Ya es tarde. Todos los likes, tienen su noticia deseada. Adivino que si digo algo, los posverdaderos me fustigaràn desde ambos lados.

Unos diràn que defiendo a los K y a los vagos inventando excusas.

 “La verdad no existe” dice Darío Z.

No sè si es cierto.

Pero estoy seguro de que hay demasiada mentira siendo aceptada como verdad.

 Y  a nadie parece molestarle.

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